sábado, 30 de junio de 2007

Lo políticamente correcto

De hecho, detesto hasta el concepto. Es simplemente la pesadilla por excelencia de todo ser ético -y progenitor relativamente responsable, vale agregar-: "¡Pero si todo el mundo lo hace!"

¿Qué atractivo se le puede encontrar a todo esto? Digo, seamos sinceros, pensar que alguien tiene razón en todo porque la tiene en algunas o, peor aún, "porque me cae simpático" es una de las mayores muestras de falta de personalidad que existen.

Lo más irónico es que el ser plenamente políticamente correcto contradiría una de esas clásicas frases políticamente correctas: "Sé tú mismo" -créanme, ni lo intenten, la misma sociedad que predica esto se esmera mucho en aplastar todo intento de individualidad, de originalidad. Mi consejo, por una parte, no todo lo que ustedes piensan que forma parte de ustedes mismos es en realidad parte de ustedes mismos: sepan pulir los malos hábitos pero manténganse esencialmente ustedes, por la otra, "todo lo que crea la mayoría es necesariamente falso", es la misma sandez en valor absoluto.

"Ay, no escucho esto o aquello porque es (agréguese un adjetivo peyorativo y sazónese con ese tradicional tonito imbécil)"

"Me gusta el pragmatismo de este o de aquel, va a desempeñar un gran rol en tal o cual cargo" = "El fin justifica los medios" = Maquiavelo. U olvidémonos del pragmatismo o de la igualdad entre los términos "maquiavélico" y "perverso", pero por favor mantengámonos coherentes.

No todo lo viejo es malo, y no todo lo nuevo es bueno: resolvamos las cosas pensando.

En resumen, dejémonos de idioteces y pensemos lo que consideremos correcto (y seamos lo suficientemente humildes como para pensar de otra manera en cuanto se nos pruebe que estamos sosteniendo algo tonto), sigamos a quien nos parezca mejor (entre los buenos, sinceramente eso de apoyar al "menos malo" no me motiva), escuchemos/veamos/leamos lo que nos venga en gana y seamos equilibradamente originales e integrados al mismo tiempo.

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